Mucho se ha hablado últimamente sobre la figura de los gestores sanitarios pero sin duda me parece más interesante la figura del «Líder Clínico». Quizás el personaje en el que primero pensemos como líder es el del Dr. House, sin embargo su figura tiene un enfoque muy distante de lo que podríamos considerar un buen líder: maniático, imprevisible, destructivo, ególatra…por eso hoy quiero acercarme seriamente a este tema y para ello voy a compartir con vosotros las reflexiones que Richard Bohmer realizó en un excelente artículo en New England Journal of Medicine en 2013, sobre las cualidades y cometidos que debe reunir un líder sanitario.
Estos son los objetivos que todo buen líder debe perseguir en su ámbito asistencial:
1.- Enfatizar el hecho de que el logro de objetivos es tarea necesariamente colectiva y compartida por el grupo.
Muchos de los indicadores usados tradicionalmente mantienen una perspectiva individual pero las políticas sanitarias orientadas hacia la calidad y satisfacción global y la consecución de objetivos dentro de las unidades de gestión ponen de manifiesto la necesidad de trabajar en equipo.
2.- Asegurar que los microsistemas clínicos en forma de bloques, servicios o unidades, dan respuesta a los objetivos fijados.
Los microsistemas locales deben lidiar con dos frentes, por un lado el de la Medicina Basada en la Evidencia y por otro las necesidades de un sistema de cuidados centrado en el paciente. Su cometido será por tanto proporcionar un plan de atención sanitaria estándar y acorde con la evidencia cuando esta sea fuerte y flexible por otro lado con las preferencias de los usuarios cuando esta no lo sea.
3.- Monitorizar el funcionamiento del sistema.
La complejidad de la asistencia sanitaria actual hace necesario controlar la misma para minimizar cualquier variabilidad a fin de asegurar que la calidad y la eficiencia permanecen altas. Las oportunidades de mejora han de ser identificadas con el objeto de adaptar el sistema a las necesidades de los usuarios.
4.- Mejorar el rendimiento.
Ni la presión económica ni el empuje de las nuevas tecnologías van a remitir en años venideros. El aumento de la productividad requiere responder a las demandas de los pacientes con los recursos existentes y para ello hemos de valernos de la innovación y la mejora en la ejecución de la asistencia que prestamos. Un líder clínico ha de agrupar humildad, responsabilidad, curiosidad incansable y valentía para explorar más allá de los límites aceptados que dirigen a las organizaciones hacia la mejora inexorable a pesar de las preferencias de los individuos por la estabilidad y lo conocido.