A menudo los profesionales sanitarios estamos tan inmersos en nuestra labor que necesitamos alejarnos del bosque para ver los árboles.

El mundo que rodea al profesional sanitario es eminentemente vocacional y lo es porque realmente nos dedicamos a «La Vida». Pero la presión asistencial y la rutina nos hacen muchas veces pasar por alto el milagro de nuestra existencia. Dentro de ese gran milagro que la naturaleza obra con nosotros, el más destacable es el del nacimiento. Aunque soy profundamente «evolucionista» he de reconocer que íntimamente el hecho de crear un nuevo individuo a partir de la unión de otros dos y el que eso ocurra de una manera tan perfecta es difícilmente asimilable si nos paramos a pensarlo bien. Una serie de procesos enzimáticos y genéticos nos llevan a convertirnos en lo que somos desde un origen unicelular, es símplemente maravilloso.

Hoy quiero desearles lo mejor a éstos pequeños semejantes que vienen al mundo entre nosotros en tiempos de crisis global, porque se les avecina un futuro duro (quizás nunca fue fácil) y en especial a Pablo y Sara, los hijos de mis primos, que han nacido en un hogar lleno de amor y cordura, han tenido suerte en esta lotería del nacimiento y espero que la sigan teniendo por siempre.