Los profesionales que trabajamos en quirófano conocemos bien los riesgos laborales a los que estamos sometidos, debido a la rutina laboral nos hemos adaptado como si fuesen ya inocuos, o mejor dicho, no queremos dejar que este tema nos preocupe demasiado porque la exposición es habitual e inevitable, y es necesario no menospreciar los riesgos adoptando las pertinentes medidas de protección.
En quirófano usamos con asiduidad el intensificador de imágenes (escopia), lo ideal es que éste equipo sea manejado por un técnico de rayos que controle la dosis e intensidad de radiación emitida con disparos cortos y no como se suele hacer pisando el pedal de forma continua por otros profesionales.
De todos es conocido ya que las radiaciones ionizantes son potencialmente perjudiciales para los tejidos al producir ionización del agua que componen y producir radicales libres responsables del mayor daño tisular. Estos daños pueden ser menores y repararse rápidamente o ser letales para la célula. Los tejidos más sensibles a la radiación son los que tienen células que se dividen rápidamente. En las gónadas produce esterilidad e infertilidad. La exposición a altas dosis de radiación ionizante puede causar quemaduras de la piel, caída del cabello, náuseas, enfermedades y la muerte. Los efectos dependerán de la cantidad de radiación ionizante recibida, de la duración de la irradiación, y de factores personales tales como el sexo, edad a la que se expuso, y del estado de salud y nutrición.
Minimizar la dosis de radiación recibida depende de tres factores:
Distancia. Es necesario aumentar la distancia en la medida de lo posible a la fuente de radiación. (Escopia)
Tiempo. Reducir el tiempo de exposición, este punto es más difícil de conseguir en intervenciones de osteosíntesis y reducción de fracturas.
Blindaje. Usar barreras protectoras entre el profesional y la fuente de radiación.
Los blindajes en quirófano serían el uso de delantales plomados, gafas plomadas y protectores de tiroides.
Es necesario periódicamente revisar el equipo de escopia y los sistemas de protección, ya que pueden deteriorarse con el uso diario.
El control de las dosis recibidas mediante lectura mensual del dosímetro individual, que permiten conocer el riesgo expuesto por la medición de la radiación recibida.
Los portadores de dosímetro deberían someterse a una revisión médica anual.
Por último constatar que es obligación del servicio de prevención de riesgos laborales de cada hospital el cumplimiento de la normativa de protección de sus trabajadores mediante estas medidas, exigir que haya disponibilidad de estos sistemas de protección y responsabilidad del profesional de adoptarlas.