La Resonancia Nuclear Magnética ó RMN es una prueba que proporciona unas imágenes de diferentes partes de la anatomía de extraordinaria calidad. De hecho, en numerosas ocasiones nos da el diagnóstico de certeza de diferentes dolencias. Es una prueba que suele durar alrededor de treinta minutos y que sólo requiere inmovilidad. No obstante, en ocasiones los anestesiólogos somos requeridos para colaborar en la consecución de estas pruebas, toda vez que no todos los individuos «soportan» permanecer una media hora en una especie de tubo, en decúbito supino sin poder moverse nada y escuchando un martilleo continuo en sus oídos.
Para intentar paliar las distintas fobias para la realización de esta prueba nos valemos de distintos tipos de sedación o incluso anestesia general que, en principio, no difieren demasiado de las técnicas realizadas en el ámbito quirúrgico sino fuera por el intenso campo magnético reinante en el interior de la resonancia. De hecho, el respirador de anestesia es de un material especial, aferromagnético, que impide que literalmente vuele y se quede pegado a la resonancia. Los cables de electrocardiograma y saturación de oxígeno son también especiales. Así mismo evitamos utilizar instrumentos metálicos y, ésta es la razón por la que los pacientes son interrogados sobre la posibilidad de ser portadores de dispositivos como por ejemplo un marcapasos.
Ah… tarjetas de crédito y relojes tampoco son bien recibidos.